
OpenAI ha dado un paso decisivo tanto en su estructura organizativa como en su ambición tecnológica. En una transmisión en vivo, el CEO Sam Altman anunció que la compañía ha completado su transición hacia una corporación de beneficio público, alejándose oficialmente de su origen como organización sin ánimo de lucro. Este movimiento libera a OpenAI de las restricciones legales asociadas a su anterior estructura y le permite acceder a mayores fuentes de financiamiento para escalar su infraestructura computacional.
El nuevo esquema de gobernanza también asegura un equilibrio entre los intereses comerciales y la misión fundacional. El 26% de la nueva entidad con fines de lucro estará bajo control de la OpenAI Foundation, que mantendrá el enfoque en el avance científico y la seguridad en el desarrollo de la inteligencia artificial. Esta fundación gestiona una promesa de 25.000 millones de dólares dirigida a la aplicación de la IA para curar enfermedades y otros objetivos de beneficio social.
Hacia un asistente de investigación autónomo
Más allá de la reorganización estructural, OpenAI presentó un ambicioso cronograma tecnológico. Altman reveló que sus modelos de aprendizaje profundo están progresando tan rápido que se espera alcanzar un asistente de investigación con nivel de becario para septiembre de 2026. Para 2028, la meta es crear un sistema capaz de comportarse como un investigador de IA legítimo y autónomo.
El científico jefe de OpenAI, Jakub Pachocki, aclaró que este investigador artificial no debe confundirse con un humano que investiga sobre IA. Se trata de una IA capaz de ejecutar de forma autónoma proyectos de investigación complejos, con capacidad para plantear hipótesis, diseñar experimentos y analizar resultados sin intervención humana directa.
La comparación más cercana podría ser un investigador posdoctoral con acceso a recursos ilimitados y sin necesidad de dormir. La promesa de este tipo de herramienta radica en su potencial para acelerar descubrimientos en campos como la medicina, la física teórica o la ingeniería de materiales, donde los procesos actuales dependen del tiempo y creatividad humanos.
Escalar el pensamiento computacional
Para lograr estos objetivos, OpenAI se apoya en dos estrategias principales. La primera es la innovación algorítmica continua, refinando las arquitecturas y métodos de entrenamiento para que los modelos sean más eficientes y versátiles. La segunda estrategia es lo que denominan «test time compute«: aumentar drásticamente el tiempo de cálculo que los modelos dedican a pensar.
Hoy día, los modelos de OpenAI pueden abordar tareas con un horizonte temporal de unas cinco horas, según explicó Pachocki. Esto significa que pueden mantener el contexto y la coherencia durante sesiones prolongadas, similares a las de una olimpiada matemática internacional, donde ya igualan a los mejores humanos. Pero la idea es extender ese horizonte para que los modelos puedan dedicar días o incluso semanas de procesamiento intensivo a un solo problema.
Un ejemplo práctico sería emplear centros de datos completos para resolver una sola pregunta científica, algo inviable para un humano pero accesible para una IA si se cuenta con suficiente infraestructura. Es como si un ajedrecista pudiera analizar millones de jugadas posibles antes de cada movimiento, sin cansarse.
Superinteligencia en el horizonte
Pachocki también señaló que podríamos estar a menos de una década de alcanzar la superinteligencia, definida como una IA más inteligente que los humanos en una amplia gama de actividades críticas. Aunque el término puede parecer sacado de la ciencia ficción, la explicación de OpenAI es técnica y pragmática: no se trata de una consciencia artificial, sino de sistemas que superen nuestro rendimiento en tareas clave de investigación y análisis.
Con la infraestructura adecuada, OpenAI planea dedicar hasta 30 gigavatios de capacidad computacional, lo que representa una inversión estimada de 1,4 billones de dólares en los próximos años. Esta cifra colosal refleja tanto la fe de la compañía en su visión como la magnitud del reto tecnológico y logístico que implica llevarla a cabo.
Gobernanza y responsabilidad en tiempos de aceleración
A pesar de esta carrera acelerada hacia sistemas cada vez más avanzados, OpenAI insiste en su compromiso con un desarrollo responsable y seguro. La presencia de la fundación sin fines de lucro dentro de la estructura corporativa busca precisamente mantener el rumbo hacia objetivos que prioricen el bienestar colectivo por encima del beneficio comercial.
En un momento donde el debate sobre los riesgos de la IA está más presente que nunca, OpenAI se posiciona como actor central no solo por su tecnología, sino también por su modelo de gobernanza híbrido. En este nuevo escenario, combinar la eficiencia del capital privado con una supervisión con valores públicos podría ser clave para gestionar los dilemas éticos que trae consigo una inteligencia artificial cada vez más capaz.
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by Natalia Polo via WWWhat's new












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