Dos conciencias

Las estadísticas de muerte, destrucción y pobreza no llegan a transmitir el verdadero sufrimiento de la población en los territorios ocupados. Barrios enteros han sido arrasados. La maldición de la pobreza alcanza ahora a dos tercios de la población palestina.

La libertad de prensa no está garantizada, la difusión de las armas entre la población dificulta el control de la seguridad y en la esfera de las infraestructuras hay que reconstituirlo o construirlo todo, en particular en la ciudad de Gaza, donde se hallan en estado ruinoso las carreteras, el alcantarillado y los sistemas de abastecimiento de agua. Este es el mapeo del terrible escenario que afrontan día a día miles de personas, una atmósfera que esconde el lado oscuro del proceso de paz. Este grave problema deberá resolverse mediante la promulgación de una ley que está actualmente en proceso de estudio

Los territorios autónomos también necesitan asistencia en la esfera de la formación de los jueces. También habría que limpiar las magníficas playas si se tiene la idea de desarrollar el turismo algún día. Para subvenir a sus propias necesidades, la autoridad palestina tendrá que establecer o reorganizar una administración pública capaz de recaudar impuestos. En una población tan desprovista de recursos es indudable que los recursos fiscales serán escasos e insuficientes para cubrir las necesidades de la administración pública en sus funciones. “En las escuelas una generación completa crece en un ambiente de violencia aterradora”, aseguró Peter Hansen, director de la agencia de Naciones Unidas para los refugiados En el plano económico, la situación en Gaza suscita una preocupación particular. Son pobres las tierras de la región, donde predominan las arenas y las exportaciones son casi nulas.

Casi la totalidad de los productos que se consumen en Gaza proceden de Israel. Sólo puede concebirse el desarrollo con un apoyo masivo del exterior. Aunque la población es favorable a la paz, al menos en su mayoría, la precariedad de su situación, la lentitud de las transformaciones y el alejamiento de la esperanza de una vida mejor van creando una cierta amargura que no deja de ser peligrosa a largo plazo para la estabilidad de toda la región. Las partes dos partes deben realizar esfuerzos para mejorar la situación.

Es lógico y se inscribe en un contexto en el que deseamos que el proceso para salir de la crisis, la hoja de ruta, pueda reactivarse. Así es que es necesario que se utilicen algunos recursos y que ambos bandos lo hagan.