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Clepsidras: del templo de Karnak a los ingenios automáticos de al-Jazari

El Tiempo en Tres Culturas

Mucho antes de que los relojes mecánicos dominaran torres y salones, ya existía un modo de medir el paso del tiempo que no dependía del Sol ni de las estrellas. Las clepsidras, o relojes de agua, surgen como una solución ingeniosa a las limitaciones de los relojes solares, especialmente durante la noche o en condiciones climáticas adversas. Su funcionamiento era simple en apariencia: el agua fluye de un recipiente a otro, y la cantidad transferida se usa para estimar el tiempo transcurrido. Sin embargo, su historia revela una compleja evolución técnica y una gran variedad de usos sociales.

La clepsidra de Karnak: astronomía tallada en piedra

Una de las primeras pruebas físicas de este invento se encuentra en Egipto, en el templo de Amen-Re en Karnak, donde una clepsidra datada entre los años 1391 y 1353 a.C. muestra el nivel de sofisticación alcanzado en el Reino Nuevo. Tallada en alabastro, esta clepsidra presenta doce columnas con marcas horarias que permitían medir el tiempo durante la noche, cuando los relojes solares no eran útiles.

El agua salía por un pequeño orificio en la base, y el nivel restante se interpretaba según las marcas internas. Pero lo más llamativo son las inscripciones externas, donde se encuentran símbolos astronómicos, planetas y deidades. Estos detalles indican que su función iba más allá de la mera medición horaria: era también una herramienta vinculada al calendario litúrgico, al conocimiento astral y al orden sagrado del templo. No se trataba solo de medir el tiempo, sino de armonizarlo con las fuerzas del cosmos.

Derecho, agricultura y justicia: los usos sociales de la clepsidra

La clepsidra no quedó confinada a los templos egipcios. En la Grecia clásica, su papel cobró un carácter mucho más civil. En los tribunales atenienses, por ejemplo, se usaban para limitar la duración de los discursos durante los juicios. Como si se tratara de un reloj de arena moderno, el paso del agua marcaba el tiempo que cada orador podía emplear, garantizando un reparto equitativo de la palabra.

Este uso jurídico se extendió posteriormente al mundo bizantino, donde tratados y registros dan cuenta de clepsidras utilizadas en ceremonias, debates políticos y procesos legales. La medición precisa del tiempo empezaba a adquirir un carácter institucional, siendo crucial para la organización social y el cumplimiento de normas.

En el ámbito agrícola, especialmente en regiones donde el riego era fundamental, las clepsidras también se aplicaron para regular los turnos de distribución del agua. En un contexto donde cada gota podía marcar la diferencia entre la abundancia y la escasez, controlar el tiempo significaba también gestionar la justicia hídrica.

Al-Jazari y la edad dorada de la ingeniería automática

En el siglo XII, el arte de medir el tiempo con agua alcanzó nuevas alturas con la figura de al-Jazari, inventor e ingeniero del mundo islámico. Su obra «El libro del conocimiento de ingeniosos dispositivos mecánicos» no solo documenta una variedad de relojes de agua, sino que introduce mecanismos complejos que hoy podríamos considerar precursores de la robótica.

Sus clepsidras no se limitaban al conteo pasivo del tiempo. Incorporaban autómatas, figuras que se movían al ritmo del agua para señalar horas, tocar instrumentos o activar otras funciones. Estos dispositivos combinaban ciencia, arte y utilidad práctica. Algunas de sus creaciones estaban diseñadas para regir el ritmo de actividades cortesanas o religiosas, mientras que otras tenían una función didáctica, mostrando el movimiento de los astros o el paso del día.

Los diagramas que sobreviven del manuscrito de al-Jazari revelan una complejidad mecánica sorprendente: ruedas dentadas, flotadores, sifones y válvulas interactuaban con un control preciso del flujo de agua. En un sentido moderno, podríamos decir que estos mecanismos programaban el tiempo, anticipando ideas que siglos más tarde serían claves en la relojería y la automación.

Transmisión cultural y adaptaciones regionales

El conocimiento sobre las clepsidras viajó de cultura en cultura como una antorcha que no se apagaba. Desde Egipto hasta Bizancio, y de allí al mundo islámico, cada civilización no solo heredó la técnica, sino que la adaptó a sus propias necesidades y contextos.

En el caso de al-Andalus, se conocen aplicaciones tanto en astronomía como en la administración del agua, evidenciando que el uso de clepsidras no era una curiosidad de elite, sino una herramienta integrada a la vida cotidiana. La capacidad de medir el tiempo con independencia de la luz solar se volvió esencial para las oraciones islámicas, que debían cumplirse en momentos específicos del día, incluso en interiores o durante la noche.

Del mismo modo, la herencia bizantina incluyó el desarrollo de tratados donde se detallaban sistemas para medir el tiempo en eventos políticos y religiosos. Es evidente que, más que una simple tecnología, la clepsidra era parte de una filosofía del orden y la medida que cruzaba fronteras y religiones.

El legado visual: diagramas que cuentan historias

Hoy, los diagramas mecánicos de clepsidras antiguas son más que ilustraciones técnicas: son ventanas al pensamiento de otras épocas. Al analizar estos dibujos, se puede apreciar cómo se resolvían problemas de ingeniería con los recursos disponibles, pero también cómo se pensaba el tiempo como algo que podía representarse, fraccionarse y transmitirse.

Los esquemas de al-Jazari, por ejemplo, incluyen anotaciones detalladas que permiten entender no solo el «qué» hacía cada componente, sino también el «cómo» y el «por qué». La combinación de texto y visualidad en sus manuscritos refleja un enfoque integral del conocimiento, donde la tecnología no era separada del arte ni del simbolismo.


La noticia Clepsidras: del templo de Karnak a los ingenios automáticos de al-Jazari fue publicada originalmente en Wwwhatsnew.com por Natalia Polo.

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by Natalia Polo via WWWhat's new

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