
La Tierra está protegida por un campo magnético que actúa como una burbuja protectora frente a la radiación solar y los rayos cósmicos. Sin este escudo invisible, la vida como la conocemos no habría sido posible. Durante mucho tiempo, los científicos han atribuido este fenómeno al llamado efecto dinamo, un mecanismo que surge del movimiento de metales líquidos en el núcleo externo del planeta. Sin embargo, un nuevo estudio publicado en la revista Nature por investigadores de ETH Zurich y la Universidad SUSTech de China arroja nueva luz sobre un periodo crítico: la época anterior a la formación del núcleo interno sólido, hace aproximadamente mil millones de años.
La paradoja del núcleo líquido
Según el modelo clásico, el campo magnético terrestre se genera gracias a los movimientos de convección que tienen lugar en el núcleo externo, formado por hierro y níquel en estado líquido. A medida que el planeta se enfría, el calor impulsa corrientes que se arremolinan debido a la rotación terrestre, creando una suerte de tornillos metálicos en movimiento. Estas corrientes inducen campos eléctricos, que a su vez generan magnetismo.
Pero existe un problema con esta explicación: antes de que el núcleo interno comenzara a cristalizarse, toda la región central del planeta era líquida. Sin una fuente de calor adicional como la cristalización del hierro, el modelo tradicional del efecto dinamo pierde fuerza. ¿Cómo es posible, entonces, que el planeta haya contado con un campo magnético protector durante esa fase primitiva?
Una simulación sin precedentes
La respuesta a este misterio ha llegado de la mano de una compleja simulación computacional, realizada en parte en el superordenador Piz Daint del CSCS en Lugano. El equipo liderado por Yufeng Lin logró representar condiciones físicas que, hasta ahora, eran imposibles de modelar con precisión: un núcleo completamente líquido en el que la viscosidad no afecta al mecanismo de generación del campo magnético.
El hallazgo clave de esta investigación es que, incluso sin un núcleo interno sólido, el campo magnético pudo mantenerse estable durante miles de millones de años. El estudio demuestra que el dinamo pudo operar bajo condiciones extremas, siempre que ciertos patrones de convección y rotación estuvieran presentes. Esta es la primera vez que un modelo logra reducir el impacto de la viscosidad del núcleo a un valor despreciable, permitiendo simular un estado más fiel a la realidad del pasado geológico de la Tierra.
Implicaciones para la vida en la Tierra
Este descubrimiento cambia la forma en que entendemos la relación entre la evolución de la Tierra y el surgimiento de la vida. Si el campo magnético estuvo presente desde los inicios del planeta, entonces la superficie terrestre contó con protección frente a la radiación mucho antes de lo que se pensaba. Esto pudo crear un entorno menos hostil, favoreciendo el desarrollo de organismos primitivos.
La investigación también aporta herramientas para interpretar datos geológicos del pasado, como el magnetismo registrado en antiguas rocas. Comprender cómo ha evolucionado el campo magnético ayuda a descifrar mejor los procesos que dieron forma a la biosfera.
El campo magnético como pilar de la civilización
Aunque a menudo pasa desapercibido, el campo magnético terrestre también es crucial para el funcionamiento de la tecnología moderna. Satélites, sistemas de navegación, telecomunicaciones y redes eléctricas dependen en parte de la estabilidad de esta protección natural. Cambios bruscos en su estructura podrían tener consecuencias a gran escala.
Actualmente, los científicos han observado un desplazamiento acelerado del polo norte magnético hacia el norte geográfico, un fenómeno que genera preguntas sobre una posible reversión de polaridad. A lo largo de la historia geológica de la Tierra, este tipo de inversiones han ocurrido miles de veces, aunque su ritmo y efectos siguen siendo objeto de estudio.
Comprender a fondo el mecanismo que genera el campo magnético es esencial no solo para anticipar su comportamiento futuro, sino también para proteger nuestras infraestructuras tecnológicas.
Un modelo aplicable más allá de la Tierra
El alcance de este modelo no se limita a nuestro planeta. Los investigadores esperan aplicar esta metodología al estudio de otros cuerpos celestes, como Júciter, Saturno o incluso el Sol, que también poseen campos magnéticos generados por dinamos internas. Comprender cómo funciona este mecanismo en diferentes entornos ayudará a construir una teoría más completa sobre la evolución planetaria.
El hallazgo aporta una pieza que faltaba en el rompecabezas de la historia temprana de la Tierra. Con este nuevo modelo, los científicos cuentan con una herramienta más precisa para reconstruir los primeros capítulos de nuestro planeta, esos en los que se gestaban las condiciones para que la vida echara raíces.
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by Natalia Polo via WWWhat's new
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