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"Para que la racionalidad del debate pueda existir, tal y como preconizaba la teoría liberal clásica, no basta la libertad formal de todos los ciudadanos para intervenir. Es preciso también que todos los participantes estén dotados de canales de información eficaces para conocer a fondo la realidad en torno a la que discuten. Requieren además una 'conciencia crítica' que les mantenga alerta y les impulse a aceptar el esfuerzo de analizar con rigor los problemas públicos. Unos ciudadanos despreocupados por la calidad de las informaciones de actualidad que reciben, ignorantes del grado de superficialidad y escasez de las explicaciones de la actualidad pública que llegan a recibir, es un público desposeído de capacidad real de participación" (José Luis Dader)

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El pequeño gran héroe

Una buena cerveza fría a las dos de la tarde no le haría mal a nadie. Por el contrario, serviría para alivianar la tensión del trabajo extenuante. Ramón trabajaba en la construcción desde hacía un par de meses, pero tenía sólo 16 años. Antes de eso, se había dedicado a estudiar en el polimodal Wenceslao Posse, y siempre que podía se devoraba algún que otro texto sobre anarquismo. Había leído a Proudhon y a Bakunin, esos dos escritores maravillosos que te enseñan que lo utópico no es sinónimo de imposible. En sus ratos libres escuchaba Dos minutos y se enloquecía con el “Piñas van, piñas vienen, los muchachos se entretienen”. La música era para el pequeño obrero lo que la salsa golf es al palmito. Algo inseparable y recíproco. Algunas veces, cuando Ramón lograba juntar unos pesitos de más, se compraba algún CD de Flema, y en situaciones extremas, cuando no cargaba con el peso de llegar a fin de mes, iba a los recitales con el objetivo de hacer algo de pogo, para sacarse un poco las ganas.
La vida era dura, las radios anunciaban que el desempleo había tocado niveles alarmantes, de hasta un 20 por ciento. Pero en la construcción nadie sabía lo que significaban esos “niveles alarmantes”, sólo se pensaba en lo mal que estaba el país. Tampoco sabían los pobres proletarios que era el efecto tequila o el Fondo Monetario Internacional. No había tiempo para pensar en giladas. El trabajo no se hacía solo y la guita no caía del cielo. Eso Ramón lo tenía muy en claro, especialmente desde la muerte de su padre, víctima del gatillo fácil. A partir de ahí, la adolescencia mutó en adultez. Todas las mañanas eran iguales y todos los días el ambiente se hallaba cubierto por un espeso polvillo que interrumpía la respiración, pero nadie decía nada...Ramón a menudo observaba la situación y quería estallar en llamas frente a sus compañeros. “¿Por qué nadie se queja por las condiciones en que trabajamos carajo? ¡Algo podemos hacer! ¡No se queden ahí parados!”, chillaba. Pero sus palabras hacían un eco inconmensurable. La vacuidad del aire daba espanto y resonaba como un tambor en el cerebro del joven.
La noche llegó rápido, la lluvia se hizo sentir. La caminata desde el trabajo hasta la casa se tornó sumamente tediosa porque, como sabe cualquier habitante de nuestro querido país, las calles agonizan por su falta de mantenimiento. A Ramón no le importó llegar pasado por agua y tosiendo como un perro callejero: tenía hambre, mucha hambre. Cazó un poco de polenta que le había preparado su madre la noche anterior y comenzó a tragar bocado. Al terminar la cena, el reloj marcó las 00 y ya era hora de dormir. La mañana siguiente fue algo movidita. Compró pan en el almacén de la esquina y realizó una excursión acelerada al Laverrap, no sin antes dirigirse a la Agencia de Chiche para jugarse un Loto. Ramón soñaba con convertirse en multimillonario para irse de una vez por todas a vivir a otra parte, muy lejos de Argentina. Si bien tenía sus raíces y escasos recuerdos en esta tierra, quería alejarse de su pasado. Horas y horas en la obra terminaron por desgastar el temple fuerte de Ramón. Al finalizar se sintió cansado y desgastado, lo que debilitó su espíritu libertario. Fuera del lugar de su cárcel, atinó a correr por el sendero y sentóse a reflexionar. El deseo lo consumió. Anhelaba el cariño de su padre que se había ido antes de tiempo.

1 desahogos:

  1. Anónimo3:15 p.m.

    bueno estem...no por que pero esa historia me resulta muy familiar exceptuando algun que otro detalle jajaja...bue loko ...
    "FUCK AUTHORITY !!"

    suertes...salu2...y PAZ ^^...

    Kaka

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