
Google ha decidido dar un giro inesperado en su estrategia de energía limpia al respaldar la construcción de una planta de energía de gas en Illinois, conocida como Broadwing Energy Center. Este proyecto, que comenza de gas en Illinois, conocida como Broadwing Energy Center. Este proyecto, que comenz\u00ará a operar en 2030, no solo se alimenta de gas natural, sino que incorporará tecnología de captura y almacenamiento de carbono (CCS) para reducir sus emisiones. Aunque Google presenta esta iniciativa como un esfuerzo para explorar soluciones emergentes de energía limpia, la decisión ha generado dudas sobre la verdadera sostenibilidad del proyecto.
La planta tendrá una capacidad de 400 megavatios, y Google ha acordado adquirir la mayor parte de la energía que genere. La intención, según la empresa, es impulsar el desarrollo de tecnologías CCS mientras se satisfacen las crecientes necesidades energéticas de sus centros de datos, especialmente aquellos que alimentan servicios basados en inteligencia artificial.
La captura de carbono: entre la promesa y la incertidumbre
La tecnología de captura y almacenamiento de carbono funciona como un filtro gigante instalado en las chimeneas de las plantas industriales. Su objetivo es atrapar el dioxido de carbono (CO2) antes de que llegue a la atmósfera y enterrarlo a gran profundidad bajo tierra. En teoría, esto podría mitigar el calentamiento global. En la práctica, sin embargo, su eficacia y viabilidad económica siguen siendo motivo de controversia.
Informes de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental de EE. UU. han revelado que, de los cientos de millones de dólares invertidos en proyectos CCS, apenas uno ha llegado a operar de forma efectiva. Los demás fracasaron por problemas técnicos o por no ser rentables. De hecho, una planta que sí se puso en marcha en 2017 cerró en 2020 cuando la caída del precio del petróleo durante la pandemia hizo inviable su modelo de negocio, que consistía en vender el CO2 capturado para proyectos de recuperación de crudo.
Qué hace diferente al proyecto de Google
La propuesta de Broadwing difiere en dos aspectos clave: se basa en gas natural, en lugar de carbón, y pretende almacenar el CO2 directamente en pozos subterráneos próximos a la planta, sin aprovecharlo comercialmente para otros fines. Según Google, esta planta será capaz de capturar y almacenar de forma permanente hasta el 90% del CO2 que genere, un porcentaje que supera el rendimiento habitual de proyectos CCS anteriores.
El uso de gas natural representa un cambio respecto al carbón, al ser considerado un combustible menos contaminante. Sin embargo, el gas está compuesto en su mayor parte por metano, un gas de efecto invernadero mucho más potente que el CO2. Las fugas de metano en pozos y ductos siguen siendo un problema frecuente que la captura de carbono en la planta no puede resolver. Además, estas plantas también emiten otros contaminantes que afectan la salud de las comunidades cercanas.
Un contexto político cambiante
El movimiento de Google también debe entenderse dentro de un contexto político menos favorable a las energías renovables. Con la actual administración estadounidense reduciendo incentivos fiscales para proyectos solares y eólicos, y recortando fondos federales destinados a estas fuentes, muchas empresas tecnológicas están reevaluando sus estrategias. Google, que ha sido históricamente uno de los mayores compradores corporativos de energía renovable, ha optado en este caso por una vía diferente, probablemente influenciada por la necesidad urgente de garantizar suministro eléctrico constante para sus operaciones.
Mientras que los parques solares y eólicos siguen siendo más baratos y limpios, su intermitencia representa un reto para empresas con demandas de energía 24/7 como Google. La solución que propone con Broadwing busca ofrecer una fuente de energía fiable y continua, aunque con una huella climática que, a pesar de la tecnología CCS, sigue siendo significativa.
La paradoja de la innovación
Lo que plantea Google con este proyecto es una especie de paradoja tecnológica: apostar por una tecnología experimental para seguir utilizando un recurso que se busca abandonar. En lugar de acelerar la transición hacia fuentes completamente limpias, la captura de carbono podría convertirse en un salvavidas para extender la vida de los combustibles fósiles.
Algunos analistas advierten que este tipo de iniciativas podrían desincentivar la inversión en energías verdaderamente sostenibles. Como si en lugar de cambiar el coche contaminante por una bicicleta, se invirtiera en filtros para que el escape no huela mal. El problema de fondo seguiría ahí.
Una decisión que abre debate
La apuesta de Google por la captura de carbono marca un punto de inflexión en el debate sobre cómo las grandes tecnológicas deben abordar su impacto ambiental. Si bien es cierto que los centros de datos requieren soluciones energéticas robustas, también lo es que hay formas más limpias y probadas para abastecerlos. Y aunque experimentar con nuevas tecnologías es parte del ADN de estas empresas, la pregunta sigue siendo si este tipo de experimentos están alineados con los objetivos climáticos globales.
Google, con su peso en el sector tecnológico y su influencia en la transición energética, estará bajo el escrutinio de expertos, ambientalistas y usuarios. No se trata solo de elegir entre energía solar o gas, sino de definir cuál es el camino coherente hacia un futuro sin emisiones.
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by Natalia Polo via WWWhat's new












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