
La reciente investigación arqueológica sobre el naufragio del Gribshunden, un buque insignia de la corona danesa-noruega hundido en 1495, ha revelado una riqueza de detalles que permiten entender mejor la transición entre la Edad Media y la Edad Moderna en el ámbito naval. Este navío no solo era una plataforma flotante de poder político, sino también un testimonio tangible de los avances tecnológicos que marcarían el inicio de la dominación europea en los mares.
El Gribshunden y su contexto histórico
El Gribshunden fue construido entre 1483 y 1484, cerca de Róterdam, y adquirido por el rey Hans de Dinamarca y Noruega en 1486. En ese entonces, Dinamarca intentaba consolidar su dominio sobre la región del Báltico y expandir su influencia política, económica y militar. A diferencia de otras embarcaciones utilizadas para exploraciones, este barco era una especie de castillo flotante real, desde donde el monarca ejercía poder blando y duro en partes iguales.
Mientras otros reyes europeos financiaban expediciones hacia el oeste y el sur, Hans empleaba el Gribshunden para navegar entre sus territorios, consolidando alianzas y ejerciendo presencia soberana. Su objetivo no era descubrir nuevas tierras, sino reafirmar su autoridad dentro de los límites del norte de Europa.
Una joya tecnológica bajo el mar
Lo que hace único al Gribshunden no es solo su historia, sino su estado de conservación y el tipo de armamento que llevaba. Según los arqueólogos de la Universidad de Lund, el naufragio constituye el ejemplo mejor conservado de un barco de guerra tipo carabela del siglo XV. Esto lo convierte en una referencia directa para entender las capacidades técnicas de las embarcaciones contemporáneas a Colón y Vasco da Gama.
La embarcación contaba con al menos 50 piezas de artillería de pequeño calibre, diseñadas para el combate a corta distancia. Estas armas disparaban proyectiles de plomo con núcleo de hierro, pensados para incapacitar a la tripulación enemiga antes de proceder al abordaje. Era una estrategia basada no tanto en hundir al enemigo como en neutralizarlo y capturar su navío.
Gracias a modelos 3D realizados por el equipo de Lund liderado por el profesor Nicolo Dell’Unto, se han reconstruido varias de estas armas, lo que ha permitido estudiar con detalle su diseño y funcionalidad. Los descubrimientos sugieren que la tecnología artillera de finales del siglo XV estaba mucho más desarrollada de lo que se creía.
Explosión, naufragio y hallazgos recientes
El Gribshunden se hundió en 1495 frente a la costa de Ronneby, en Suecia, mientras el rey Hans se encontraba en tierra. Las crónicas de la época mencionan una explosión seguida de un incendio, lo que podría explicar el hallazgo de proyectiles deformados por el calor y los golpes. Estos objetos, encontrados aún dentro de la bodega del barco, aportan pistas sobre la violenta naturaleza del siniestro.
A pesar de la tragedia, el pecio se convirtió en una cápsula del tiempo submarina. Hasta ahora se han recuperado partes de 11 piezas de artillería, y se estima que muchas más permanecen in situ. La conservación en aguas frías y de bajo oxígeno ha permitido mantener maderas, metales y otros objetos en un estado excepcional.
Poder blando y duro desde el mar
El Gribshunden no era simplemente una máquina de guerra. Su función como herramienta diplomática y simbólica era igual de importante. Hans lo utilizaba como un vehículo de autoridad, visitando puertos y cortes con toda la pompa real. Este uso del navío recuerda a los castillos que servían tanto como fortalezas militares como centros de poder cultural y administrativo.
La inversión en el barco fue significativa: se estima que representó alrededor del 8% del presupuesto nacional danés de 1485. Ese esfuerzo refleja el valor que la monarquía atribuía a la movilidad soberana y al control de sus fronteras por vía marítima.
Por qué Dinamarca no llegó a América
Un interrogante que surge al conocer el potencial técnico del Gribshunden es por qué Dinamarca no participó de forma activa en la exploración del Nuevo Mundo. Dado su pasado vikingo, con presencia documentada en Islandia, Groenlandia e incluso Norteamérica, podría pensarse que la corona escandinava tenía la motivación y los medios para competir con España y Portugal.
Una de las razones posibles fue la prioridad geopolítica del rey Hans, centrada en el dominio regional del Báltico y la unificación de los reinos nórdicos bajo una nueva Unión de Kalmar. Otra explicación reside en el poder de la Iglesia católica: la bula papal «Inter Caetera» de 1493 otorgó a España los derechos sobre América, y el temor a la excomunión desalentó a otros reinos de desafiar esas fronteras impuestas desde Roma.
Un futuro museo para una reliquia del pasado
Hoy, los restos del Gribshunden están bajo la custodia del Museo de Blekinge, con algunas piezas en exhibición temporal en Ronneby y en el Museo Marítimo de Helsingør. Se está trabajando en la creación de un museo exclusivo en Ronneby que albergue el arsenal y otros objetos recuperados del naufragio.
La investigación, liderada por Brendan Foley, Martin Hansson y Kay Douglas Smith, demuestra cómo la arqueología puede conectar los puntos entre tecnología, historia política y cultura material. El Gribshunden es, en definitiva, un testigo silente del momento en que los barcos dejaron de ser solo vehículos de transporte y se convirtieron en instrumentos de poder global.
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by Natalia Polo via WWWhat's new












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