Pero, ¿por qué no usé hábito? El hábito se considera en forma espontánea como algo repetitivo, mecánico, automático, más reproductivo que productivo. Y yo quería hacer hincapié en la idea de que el habitus es algo poderosamente generador. Para acabar pronto, el habitus es un producto de los condicionamientos que tiende a reproducir la lógica objetiva de dichos condicionamientos, pero sometiéndola a una transformación; es una especie de máquina transformadora que hace que "reproduzcamos” las condiciones sociales de nuestra propia producción, pero de manera relativamente imprevisible, de manera tal, que no se puede pasar sencilla y mecánicamente del conocimiento de las condiciones de producción al conocimiento de los productos.
Aunque esta capacidad de engendrar prácticas, discursos u obras no sea de ninguna manera innata, aunque esté históricamente constituida, no se puede reducir por completo a sus condiciones de producción, para empezar porque funciona de manera sistemática: por ejemplo, sólo se puede hablar de habitus lingüístico si se tiene presente que éste no es más que una dimensión del habitus como sistema de esquemas generadores de prácticas y de esquemas de percepción de ambas prácticas, y si uno se abstiene de considerar la producción de hablas como algo autónomo de la producción de elecciones estéticas, o de gestos, o de cualquier otra práctica posible.
El habitus es un principio de invención, que, aunque es producto de la historia, está relativamente desprendido de ella: las disposiciones son durables, lo cual produce toda clase de efectos de histéresis (de retraso, de desfasamiento, cuyo ejemplo por excelencia es Don Quijote). Lo podemos imaginar por analogía con un programa de computadora (es una analogía peligrosa, porque es mecanicista), pero un programa que fuera autocorregible. Está constituido por un conjunto sistemático de principios simples y parcialmente sustituibles, a partir de los cuales se puede inventar una infinidad de soluciones que no se deducen directamente de sus condiciones de producción.
Aunque es principio de una autonomía real en relación con las determinaciones inmediatas dadas por la "situación", el habitus no es una especie de esencia ahistórica cuya existencia no sería más que desarrollo, es decir, un destino definido de una vez por todas. Los ajustes que impone sin cesar la necesidad de adaptarse a situaciones nuevas e imprevistas pueden determinar transformaciones durables del habitus, aunque éstas no rebasan ciertos límites, entre otras razones, porque el habitus define la percepción de la situación que lo determina.
La "situación" en cierta forma es la condición que permite la realización del habitus. Cuando no se dan las condiciones objetivas para su realización, éste, contrariado de manera continua por la situación, puede ser sede de fuerzas explosivas (resentimiento), que pueden esperar (o incluso acechar) el momento de ejercerse y que se expresan en cuanto se presentan las condiciones objetivas (posición de poder de un jefe menor). (El mundo social es un inmenso depósito de violencia acumulada, que se revela cuando encuentra las condiciones para realizarse.) En pocas palabras, por reacción en contra del mecanicismo instantaneísta, uno tiene tendencia a insistir en las capacidades "asimiladoras" del habitus; pero éste es también adaptación, y se ajusta sin cesar al mundo, aunque este ajuste sólo en ocasiones excepcionales toma la forma de una conversión radical.
(Tomado de Sociología y cultura, México D.F.: Editorial Grijalbo, 1990., pp. 154-157)
Para qué nos sirve:
La realidad social es un objeto de percepción, donde la ciencia social debe tomar por objeto esta realidad y al mismo tiempo la percepción de esta realidad, es decir, los puntos de vista, las perspectivas que, en función de su posición en el espacio social objetivo, los individuos tienen sobre esta realidad. Esta realidad es lo que llama Bourdieu <
Las prácticas sociales son el resultado de agentes sociales que están condicionados pero que también tienen capacidad de acción, de elección y de reflexión sobre lo que hacen y por qué lo hacen. Los condicionamientos sociales son de 2 tipos: aquéllos que están fuera del agente son condiciones sociales externas o estructuras objetivas externas que se refieren a todo tipo de condicionamiento que se sitúa ‘fuera del individuo’, como son los mercados laborales, escolares, de la vivienda; la estructura de las organizaciones, las políticas que se implementan, entre otros aspectos.
El segundo condicionamiento tiene que ver con las estructuras sociales incorporadas (habitus), que se refieren a disposiciones para actuar de cierta manera más que de otra, a pensar más ciertas cosas que otras o a percibirlas más que otras. Los agentes las van incorporando a lo largo de su vida e historia y dentro de ciertas condiciones objetivas. Son esquemas de percepción y de acción que proporcionan los límites de ‘lo que es posible’ o ‘no posible’.
También implica que cada agente mira al mundo, tiene una visión de las cosas, las percibe y evalúa según el lugar que ocupa en ese mundo: cada uno de los agentes sociales comprometidos en una situación determinada, actúa y percibe su acción y las de otros, a partir de su lugar y, más precisamente, de su posición en el espacio social, que siempre es definida por relación al conjunto global de posiciones.
Resumiendo: implica que la gente actúa como lo hace, según las estructuras objetivas que lo limitan y habilitan (contexto), y según las maneras de pensar, percibir y actuar que el agente incorpora a lo largo de una trayectoria social (Gutiérrez: 2001).
Para pasar a un segundo momento y trascender el anterior, es necesario incluir una sociología de la construcción de las visiones del mundo, que apoyan a la construcción de ese mundo. Si el mundo social tiende a ser percibido como evidente y a ser captado, es porque las disposiciones de los individuos, sus habitus, es decir las estructuras mentales a través de los cuales aprehenden el mundo social, son en lo esencial, el producto de la interiorización de las estructuras del mundo social.
El habitus es a la vez un sistema de esquemas de producción de prácticas y un sistema de esquemas de percepción y de apreciación de las prácticas. Los individuos, en este caso, las familias, refieren objetivamente una condición social clasificándose ellos mismos, al elegir, conforme a sus gustos, diferentes atributos, vestimenta, alimentos bebidas, deportes, entre otros, que convienen a su posición.
El agente social, en cuanto está dotado de un habitus, es un individuo colectivo o un colectivo individuado debido a la incorporación de las estructuras objetivas. Lo individual, lo subjetivo, es social, es colectivo. El habitus es subjetividad socializada, trascendental histórico cuyos esquemas de percepción y apreciación (los sistemas de preferencias, los gustos) son el producto de la historia colectiva e individual (Bourdieu: 2005).
El concepto de habitus es espontaneidad condicionada y limitada. Este principio es el que hace que la acción no sea simplemente una reacción inmediata a una realidad en bruto sino una réplica ‘inteligente’ a un aspecto activamente seleccionado de lo real, que se encuentra ligado a una historia colmada de un porvenir probable, que los agentes oponen a las fuerzas inmediatas del campo y que hace que sus estrategias no puedan deducirse directamente ni de la posición ni de la situación inmediatas. El concepto de campo señala la posición que ocupa en el espacio social el agente, es decir, la posición que tiene en los diferentes campos o poderes, a saber: el capital económico, el capital cultural y social y el capital simbólico.
En este sentido el habitus produce una réplica y que, sin ser absolutamente imprevisible, no puede prevenirse del sólo conocimiento de la situación, es necesario conocer su génesis a través del tiempo (historia colectiva e individual). La respuesta está determinada por estimulaciones condicionales y convencionales que sólo existen como tales para un agente dispuesto a percibirlas y apto para hacerlo.
(Extraído de La Universidad Euzkadi del paìs Vasco)












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